jueves, 26 de abril de 2012


Pygmalión y Galatea

Jean-Léon Géròme (1824-1904)

Pygmalión era un importante rey de Chipre que destacó siempre por su bondad y sabiduría. Como no se encontraba interesado ni por las mujeres de su época ni por el matrimonio, su tiempo libre lo dedicaba a crear esculturas, por lo que decidió esculpir una mujer a su antojo.

Se paso días y días trabajando incansablemente hasta que consiguió esculpir una hermosa mujer a la que vistió de marfil con las mejores galas. No obstante siguió retocándola hasta que llegó a la perfección. Fue tanto amor y esmero el que consagró el rey para realizar esta escultura que la puso por nombre Galatea.

El rey se pasaba las horas mirando incansablemente la belleza de la mujer, por lo que descubrió que se había enamorado perdidamente de Galatea, llegando incluso a besar sus labios fríos por el mármol.



Pasó el tiempo y en una de las fiestas celebradas en honor a la diosa Venus, Pigmalión apareció sorprendiendo a todos los que allí se encontraban, y suplicó a la diosa que transformara a la estatua en un ser humano para que pudiera amarla y ser su esposa. Tanta pena le causó, que se apiadó de él, por lo que la diosa dio vida a Galatea.

Uno de esos días en que Pygmalió se acercó a besar los labios de su amada, entristecido por que la diosa no había escuchado sus ruegos, pudo comprobar que las mejillas de la mujer se tornaban de un color sonrosado, y que sus labios estaban calientes, en ese instante la estatua cobró vida. Al cabo del tiempo Pigmalión y Galatea se casaron y de esa unión tuvieron varios hijos.